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MUERTE Burgués, apuraos, no tardéis más que no poséis ni patrimonio ni riqueza alguna que pueda protegeros de la muerte. Si de los bienes que en abundancia os fueron otorgados habéis sacado provecho, habéis sido sabio. Lo que fácil viene, fácil se va. Loco aquél que muere amasando fortuna cuando ignora para quién, en realidad, la atesora. BURGUÉS Me duele abandonar tan pronto las rentas, los bienes, los impuestos y las ganancias; pero tú, muerte, menosprecias tanto al rico como al pobre, está en tu naturaleza. Las creaturas no son sabias al amar en demasía sus bienes materiales que pertenecen sólo a este reino. Para los que mucho poseen más dura resulta la muerte.

MUERTE Labrador, que habéis vivido siempre con penas, carencias y zozobra, debéis morir, es una certeza. De nada sirve cuestionar o recular. Debéis regocijaros con la muerte ya que ella os libera de vuestros sufrimientos. Acercaos, yo os espero. Loco aquél que cree vivir por siempre. LABRADOR Muchas veces deseé la muerte pero ahora de buena voluntad le huiría. Preferiría estar, con lluvia o vendaval, en los viñedos donde largamente aré; y le tomaría gusto infinito pues el miedo me hace perder la razón. ¿Acaso no hay alguien que pueda librarse de este mal paso? No existe descanso alguno en este mundo.

MUERTE Abad, venid ya. ¿Huís? No pongáis cara de espanto. Seguir a la muerte es conveniente aunque la odiéis. Despediros de la abadía que os volvió así de corpulento, así de obeso. De modo irrevocable y rápido os pudriréis: los más gordos se pudren primero. ABAD No tengo ánimos pero debo franquear el umbral. Ay, en mi vida no he observado sin fallar los preceptos de mi orden. Vosotros que aún vivís cuidaros de querer tener de más si queréis bien morir.

MUERTE Niño pequeño, apenas nacido, poco placer tendrás en este mundo. Como los otros, serás invitado a la danza pues la muerte tiene poder sobre todos. Desde el día del nacimiento todos están consagrados a la muerte: loco aquél que no lo tenga presente. Quien más vive, más ha de sufrir. NIÑO A, a, a, aún no sé hablar; soy un niño pequeño y mi lengua está muda. Ayer he nacido y ya hoy debo partir. No he hecho mas que entrar y salir. No he cometido mal alguno, pero sudo de miedo.

MUERTE Gentil condes, llevaros a la danza es mi derecho que hasta los más fuertes son tomados por la Muerte. En este duelo de nada os sirven el gesto feroz ni la armadura, pues de un solo golpe abato al más robusto. Las armas no protegen contra el asalto de la Muerte. CONDE Aún poseo el espíritu para asediar y someter castillos y fortalezas y obtener riquezas y honores. Pero con decepción veo toda posibilidad truncada por la Muerte. Tanto la dulzura como la rudeza le son iguales: nadie escapa de Ella.