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Tazón de pasta. No le creas a nadie que te diga que la pasta no puede ser saludable. Claro que puede serlo. Y aquellos que se niegan a sí mismos el placer de comer pasta, no viven su vida al máximo. Primero, usa pasta integral porque al igual que el arroz integral, tiene más nutrientes y fibra.

VERDURAS ASADAS. Asar verduras es una de las formas más fáciles y seguras de cocinarlas. Enciende tu horno a 450°F (232°C). Pica tus verduras, las más duras (como zanahorias y papas) córtalas en pedazos más pequeños que las verduras blandas (como el brócoli y calabaza). Colócalas todas con un poco de aceite de oliva y sal kosher.

Avena nutritiva. La avena caliente en una mañana fría es una necesidad de supervivencia invernal.

POLLO A LA PARRILLA. El pollo a la parrilla es fácil de hacer y además es una carne baja en grasa y saludable, aunque tiene mala reputación porque es insípida.

PESCADO ASADO. Probablemente lo has escuchado cientos de veces: el pescado es realmente bueno para ti. Es alto en proteína pero también bajo en grasa, lo que lo convierte en una excelente alternativa frente a la carne de cerdo o la carne roja.

Ensalada verde. Usa vegetales frescos y considera que cualquier cosa enlatada debería ser un complemento y no el ingrediente principal para que no termines con una ensalada marchita y triste. Si quieres que sea una comida completa, añade un poco de proteína como carne, huevos, frijoles y nueces.

SOPA DE VERDURAS. Cuando hace frío afuera, una gran olla de sopa caliente es literalmente la cosa más bella del mundo. Puedes hacerla solo con verduras o añadir proteínas como pollo o frijoles.