Él sabía que don Remigio estaba pagando buenos precios.
Sobre el Duero, que pasa lamiendo las carcomidas y oscuras piedras de las murallas de Soria, hay un puente.
La boquilla exprimía el pecho pomposo de la madre.
El ave se elevó, firme y ligera.
A las seis de la mañana tocaban una campana.
Los hombres del Mío Cid que en el campamento entraron se encuentran, de los moriscos, con quinientos diez caballos.