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Esta área es la encargada de dar soporte al trabajo institucional. Tiene dentro de sus funciones todos los procesos relacionados con el apoyo a la administración de la planta física, la gestión académica, los recursos y los servicios, el manejo del talento humano, y el correspondiente apoyo financiero y contable.
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Es la esencia del trabajo al interior de un establecimiento educativo, ya que señala cómo se enfocan las acciones con el fin de lograr que los estudiantes desarrollen y aprendan las competencias requeridas y necesarias para el desempeño personal, social y profesional dentro de la sociedad. Esta área entonces es la encargada de los procesos relacionados con el diseño curricular, la gestión de clases, las prácticas pedagógicas y el seguimiento académico.
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Poner en marcha los procesos de mejoramiento de la gestión educativa requiere que el equipo y los agentes de gestión, el cual es conformado por diferentes integrantes de la comunidad educativa y liderado por director o el rector, se organice con el fin de realizar todas las actividades previstas de acuerdo a la programación establecida durante el año escolar. Estas actividades y tareas tienen que ver no sólo con la conformación de grupos de trabajo y la definición de responsabilidades, sino también con el ordenamiento de las mismas y el establecimiento de un cronograma que define tiempos y plazos para la realización. Para que este trabajo al interior de los establecimientos educativos sea productivo y eficiente, se plantea una ruta en tres etapas que de acuerdo a la programación se deben realizar periódicamente, ya que hacen parte del ciclo de mejoramiento continuo. Estas contienen pasos y actividades cuya realización conduce a resultados precisos que permitirán ser medidos para luego avanzar a la siguiente etapa. Para ello hacemos referencia en este punto al modelo propuesto por el MEN para el mejoramiento continuo al interior de los establecimientos educativos.
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Es la encargada de las relaciones de la institución con su entorno, es decir con la comunidad sobre la que puede influir; también se encarga de la convivencia y la participación, la atención educativa específica a grupos de poblaciones con necesidades propias y especiales bajo una dimensión de inclusión y de prevención de riesgos.
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La Educación Superior en Colombia está reglamentada por la Ley 30 de 1992, la cual señala que “La educación superior es un proceso permanente que posibilita el desarrollo de las potencialidades del ser humano de una manera integral. Se realiza con posterioridad a la educación media o secundaria y tiene por objeto el pleno desarrollo de los alumnos y su formación académica o profesional”. De acuerdo a su origen, las Instituciones de Educación Superior se clasifican en: estatales u oficiales, privadas y de economía solidaria. La Ley 30 autoriza a las Instituciones de Educación Superior para definir y organizar labores de formación, académicas, docentes científicas y culturales, les permite otorgar los títulos correspondientes, seleccionar a sus profesores, admitir estudiantes y adoptar su sistema de organización.
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Teniendo en cuenta la experiencia nacional y local de lo sucedido en las últimas décadas, podemos concluir que la identidad del modelo planteado desde la administración escolar obstaculizó y nos alejó de la premisa fundamental, la cual plantea que la base dentro de las instituciones educativas se encuentra relacionada directamente con la naturaleza pedagógica. El sistema ha hecho de las instituciones educativas los lugares en donde menos recogemos experiencias y discutimos de educación. Sin embargo, el reproche debe ser redirigido hacia el modelo y los agentes que como nosotros organizamos las prácticas y los discursos académicos. Esto no posibilita de forma natural el debate que replantee la transformación necesaria de la educación tomando los factores positivos del sistema. Suena paradójico al observar la alta visibilidad que ha tenido la educación en la agenda de las políticas públicas: los estudios, las propuestas académicas y empresariales de cote industrial, de cambio en lo tecnológico, y la integración continental se centran en las discusiones sobre los qué debemos y para qué lo enseñamos, sobre a quiénes debemos enseñar y en qué calidades debería entregarse lo enseñado. Los efectos de lo planteado anteriormente dentro de las instituciones educativas frente a la estandarización reglamentaria, relacionada con el control formal y externo, la falta de empalme estructural, la apatía por la cooperación, la falta de creatividad e innovación y la visión superficial sobre cómo funciona realmente el sistema educativo, pueden concretarse en la disociación y divorcio que encontramos entre lo administrativo y lo pedagógico, a tal punto relegado e incluso ocultado las discusiones y reflexiones entorno a la implementación o cambio del sistema educativo.
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Está referida a la forma como es orientado el establecimiento educativo. Esta área se centra fundamentalmente en el direccionamiento estratégico, el desarrollo de la cultura institucional, el mejoramiento del clima y el gobierno escolar, además de integrar las relaciones con el entorno. De tal manera se posibilita que el director o rector y el equipo de gestión desarrollen, organicen y evalúen el funcionamiento y la operación general de la institución.
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Para iniciar vamos a mirar la definición que por parte del Ministerio de Educación Nacional encontramos respecto a la Gestión Educativa: La gestión escolar en los establecimientos educativos, es un proceso sistemático que está orientado al fortalecimiento de las instituciones educativas y a sus proyectos, con el fin de enriquecer los procesos pedagógicos, directivos, comunitarios y administrativos; conservando la autonomía institucional, para así responder de una manera más acorde, a las necesidades educativas locales, regionales y mundiales. La gestión escolar está constituida por cuatro áreas de gestión: área de gestión directiva, área de gestión pedagógica y académica, área de gestión de la comunidad y área de gestión administrativa y financiera. La importancia que tiene la gestión escolar para el mejoramiento de la calidad en el país, radica en el fortalecimiento de las secretarías de educación y de los establecimientos educativos; en sus instancias administrativas y sistema pedagógico, para generar cambios y aportar un valor agregado en conocimientos y desarrollo de competencias a los estudiantes.
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Según la LOE (Ley orgánica de educación de 2006 en España) en la sociedad actual se ha dado gran importancia a la educación, con la convicción de que será a través de ésta que se obtendrá el bienestar individual y colectivo con miras a un mundo mejor. Adicional a esto, para la sociedad, la educación ha sido la herramienta para transmitir y, a su vez, de renovar la cultura, los conocimientos y valores que la sustentan, de aprovechar al máximo sus fuentes de riqueza, de fomentar promover la convivencia y el respeto a las diferencias individuales, la solidaridad y evitar la discriminación, para así lograr la cohesión social que llevará a la conformación de sociedades avanzadas, dinámicas y justas. Todo esto reafirma la creencia de que una buena educación es la mayor riqueza y el principal recurso de un país y de sus ciudadanos. Pero esta creencia y preocupación por ofertar una educación que responda a las necesidades y demandas de una sociedad cambiante no es de ahora. Durante el pasar de los años los hombres se han dado cuenta de ello y han buscado la forma de mejorar la educación. La educación como acción planeada y sistemática toma gran fuerza con el nacimiento de la Ilustración, el conocimiento se centró en la iglesia siendo ella la que controlaba “este poder”, impartiéndolo en instituciones educativas que estaban bajo su dominio y a las que el pueblo no tenía acceso. La educación se convirtió en privilegio de la clase alta, siendo los únicos letrados de la época. Más tarde, hacia el siglo XIX, una vez que la educación fue considerada como herramienta fundamental dentro del progreso, del bienestar material y de la felicidad individual y social, fue optada por el Estado, convirtiéndola en razón de él, en uno de los principales objetivos de la acción política, dando lugar a lo que se ha llamado sistemas educativos organizados y controlados por el Estado. Desde entonces, los países comenzaron a poner su atención en los sistemas educativos y en la formación, con el objetivo de adaptarlos a las necesidades latentes de una sociedad cambiante, que respondiera a los retos de cada época y teniendo como consecuencia una notable evolución. Dentro de dichos retos, encontramos que, a mediados del siglo XX se enfrentaron a la exigencia de hacer válido el derecho de todos los ciudadanos a la educación, luego de universalizar la enseñanza primaria, para así acceder a la secundaria, completándose de ésta manera la educación básica y logrando el objetivo de una escolarización más prolongada y para todos.
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Desde la promulgación Universal de los Derechos Humanos en 1948, la educación se reconoce como un derecho inalienable de la persona y por lo tanto constituye un fin en sí misma. Pero además tiene un carácter propedéutico porque facilita el ejercicio efectivo de otros derechos fundamentales, tanto civiles y sociales, como políticos. Desde ambas perspectivas, la educación de los ciudadanos constituye un deber para los poderes públicos, siendo por esta razón que la educación básica es la educación más importante que recibe una persona al permitirle adquirir los conocimientos elementales para profundizar su intelectualidad y racionalidad. Dentro de la educación básica las personas reciben dos clases de conocimientos: el primero se relaciona con el desarrollo de las capacidades lectocomprensivas, leer y escribir; el segundo, relacionado con las operaciones matemáticas básicas (suma, resta, multiplicación y división). El sistema educativo considera que, con el manejo de estos conceptos básicos, las personas podrán tener una mejor comunicación con la sociedad y desarrollar mejor sus capacidades, lógicas, intelectuales y socioafectivas.
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Constituye la finalización, consolidación y avance en el logro de los niveles anteriores de la educación básica. Compuesta por dos grados, décimo y once; atiende a población con edades entre los 16 y 17 años; puede ser en dos modalidades, académica o técnica y el certificado obtenido es de bachiller, con el que puede ingresar a cualquier institución de educación superior. Su enseñanza es más específica, fomentando la comprensión de ideas y valores universales y la preparación para la formación superior y para el trabajo, de acuerdo a la modalidad. Durante éste nivel y si la institución educativa brinda la opción, se puede realizar un ciclo complementario normal superior que integra dos grados más (doce y trece) y forma docentes normalistas (no profesionales).
