En la ventana soy dama, en el balcón soy señora, en la mesa cortesana y en el campo labradora.
Ni lo puedes ver ni vives sin él
Son mis colores tan brillantes que el cielo alegro en un instante.
Lleva años en el mar y aún no sabe nadar.
En mí se mueren los ríos, y por mí los barcos van, muy breve es el nombre mío, tres letras tiene no más.
No ves el sol, no ves la luna, y si está en el cielo no ves cosa alguna.
Lomos y cabeza tengo y aunque vestida no estoy, muy largas faldas mantengo.
En el cielo soy de agua, en la tierra soy de polvo, en las iglesias de humo y mancha blanca en los ojos.
Nazco y muero sin cesar; sigo no obstante existiendo, y, sin salir de mi lecho, me encuentro siempre corriendo.