1
Se ocupan especialmente de la formación, elevación y salvación de individuos aislados.
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Que se caracterizan por el amor exclusivo a una actividad espiritual. Les importa la idea, no el hombre, mejor dicho, sólo buscan al hombre capaz de desarrollar una idea.
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Situados entre los dos anteriores, saben clasificar la disciplina con la libertad, según la circunstancias; están muy preocupados por la imagen que presentan al educando. No se apartan de las reglas pedagógicas tradicionales.
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Que se empeñan en desarrollar sus cualidades activas.
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Los verdaderos educadores cuya naturaleza es “la de hombres que no solamente influyen en el ser de sus semejantes o sucesores creando en ellos determinados valores culturales, sino que poseen además, una cierta inclinación de sentido práctico para mantenerlos en actividad”.
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No se atreven a dejar solos a los educandos para que resuelvan los problemas, son rutinarios en su tarea, tímidos de carácter y paternalistas en el ejercicio de la autoridad
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Tienden preferentemente al conjunto de la sociedad, la comunidad nacional y a la humanidad.
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No es propiamente hablando de un educador, sino de un pedagogo que domina la teoría de la educación y que puede o no, ser un buen maestro o profesor.
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Se preocupan, ante todo, por reducir en los educandos toda propensión a la sensualidad.
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Actúa por la vía del ejemplo, por obra y gracia de su presencia o de su irradiación a los largo del tiempo
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Tienen el tacto necesario para adaptarse en cada momento a las necesidades y características de los educandos; hacen de la educación una tarea de permanente entusiasmo.