Había una vez un anciano zapatero tan lento y pobre que ya casi no le quedaba cuero para trabajar.
A medianoche llegaban unos duendecitos desnudos que tiritaban de frío pero que no paraban de trabajar.
Ese mismo día pudo vender muy bien los zapatos y comprar cuero para hacer mas.
El viejo y cansado zapatero se quedó dormido. Mágicamente al despertar encontró sobre la mesa un precioso par de zapatos terminados.
Agradecidos los ancianos les hicieron ropa y botas calentitas. Los duendes se marcharon contentos y ya no volvieron. Unos y otros se habían ayudado.
Cada despertar había nuevos zapatos. Una noche fría, el zapatero y su esposa se escondieron para descubrir que sucedía.