Una vieja con un diente que llama a toda la gente.
Me rascan continuamente de forma muy placentera, mi voz es muy bien timbrada y mi cuerpo de madera.
En una larga abertura tengo yo mi dentadura y luego que empiezo a hablar, todas mis piezas se mueven sin poderlas yo parar.
Mis caras redondas, ¡qué estiradas son! a fuerza de golpes, así canto yo.
Con tan sólo cuatro cuerdas, que un arco pone en acción, esta caja melodiosa te alegrará el corazón.