Representan la muerte siempre presente. Las más pequeñas son dedicadas a la Santísima Trinidad y la grande al Padre Eterno.
Adornan y aromatizan el lugar durante la estancia del ánima. En muchos lugares del país se acostumbra colocarlas en el suelo a modo de alfombra para guiar al difunto a la ofrenda.
Todo lo que el alma gustaba cuando aún estaba con vida, permanece en el altar por un tiempo y después del rezo se reparte entre la familia y/o los amigos.
Se utiliza para limpiar al lugar de los malos espíritus y así el alma pueda entrar a su casa sin ningún peligro.
Si se recuerda a un niño estas pueden ser de colores, si es un adulto serán de color blanco. Sirven como una guía para que las almas lleguen al mundo de los vivos.
Representa la generosidad del anfitrión
Es la representación material del difunto, se coloca mayormente en el centro del altar.
Por tratarse (en parte) de una celebración católica, este es el elemento que representa a todos los que practican esa religión.
Se ofrece a las almas para que calmar su sed después de su largo recorrido.
Representa la unión entre la vida y la muerte