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La historia como ciencia de los hombres en el tiempo que pretende transformar el pasado.

El maestro de historia para el siglo XXI no requiere ser un personaje docto que conozca hasta el último detalle de todos los hechos históricos

El conocimiento histórico situado en las aulas debe ser abordado con rigor y profundidad para ser comprendido y desarrollado.

Las fuentes primarias son el punto de partida de la relevancia histórica de algún evento, proceso o personaje.

Las características de la educación histórica situada en las aulas, deben modularse en función del desarrollo cognitivo y psicosocial de los alumnos.

A lo largo del tiempo se han construido estudios sociales para que los estudiantes comprendan la historia como una manera de investigar y pensar históricamente.

Actualmente se pretende que los docentes le den el sentido que la historia merece.

Para la enseñanza y aprendizaje de la historia se debe de analizar las fuentes de información para reconocer los procesos a los que se refiere y trabajar con evidencias.

Se deben buscar diversas estrategias de enseñanza que se adapte a las necesidades e inquietudes de los alumnos y que no aspire tanto en la acumulación de conocimientos, si no a pensar y ser crítico sobre los hechos que contienen los libros de texto.

Los docentes son simples reproductores de la información que ellos solo han obtenido más no analizado, lo cual hace que las clases se vuelvan tediosas y el resultado sea simple memoria que al paso del tiempo se olvida, lo cual no favorece un aprendizaje.

Cae en la rutina de enseñar historia como siempre se ha hecho, dándole poca importancia a lo que podría ser un gran tesoro para muchos. Hoy en día pudiese innovar dándole una perspectiva diferente a la Historia.

En la actualidad los estudiantes no saben historia pero deberíamos rescatar aquellos conocimientos previos y adaptarlos a la construcción del conocimiento histórico y así ir forjando como una disciplina.