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Muisca

En el principio de los tiempos, solo estaban el trueno y las lluvias. Había también un solo niño en el mundo. El sol tenía miedo de salir por los truenos, y también temía el niño. Un día el pequeño se encontró un búho, el cual le dijo que si quería llegar hasta el sol debía andar sin quedarse dormido nunca y que, además, debía llevar con él los cuatro pichones del búho. Así lo hizo el niño y allí los cuatro pichones se metieron tras el Sol y el astro brilló, y los rayos se escondieron detrás de la Luna. Y se fue la oscuridad, y empezaron a nacer las plantas y los animales en la Tierra.

Cuentan que de la laguna de Iguaque, Chiminigagua hizo salir a una mujer con su hijo en brazos. Cuando el hijo creció, la mujer fue su esposa y juntos procrearon muchos hijos, que fueron los muiscas.

En el principio, solo estaba el pensamiento, la Madre: que era Aluna Java, que fue el origen de todos los seres. Ella hizo al universo con todos sus astros y luego a las algas del agua. Después, la Madre decidió parir a los seres espirituales y poderosos que habrían de intervenir en la creación del mundo: Seiyankua, Sukukui, Seraira, Makuyantana y Seinekun.

Cierto día, el Sol y la Luna, que eran hermanos al principio, decidieron competir por ver quién tenía más fuerza sobre la vida de los hombres. Fue así que la Luna tomó su turno y causó vendavales y tormentas, y provocó la pérdida de las cosechas, y luego se calmó. Entonces el Sol hizo lo suyo: secó los ríos, resquebrajó la tierra, y los animales murieron de sed, y los hombres no soportaron el calor, como tampoco lo hicieron las plantas, y viendo que su hermano era el más fuerte, la Luna le pidió finalizar la competencia, pero el Sol continuó. Entonces la Luna se apartó e hizo llover sobre un pequeño espacio, y así salvó algunos hombres, plantas y animales. Desde ese día, los hermanos se separaron y se hicieron el día y la noche.