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BALDAQUINO

CARNACIÓN

ESTOFADO

ESTÍPITE

ESCORZO

CHURRIGUERESCO

Pilastra en forma de tronco invertido de pirámide, que puede alcanzar una gran complejidad y tener funciones de soporte o como decoración. Muy característico de la arquitectura barroca española de los siglos XVII y XVIII. Ejemplo: la Fachada del Antiguo Hospicio de Madrid de Pedro Ribera, del XVII.

Dosel sobre cuatro columnas, estructura simbólica que protege el altar mayor o la pila bautismal. El más característico es el Baldaquino de San Pedro del Vaticano de Bernini, manifiesto en bronce de la estética barroca del siglo XVII, sobre la tumba del apóstol, de 29 metros de altura, recargado con abundantes elementos decorativos, tratamiento distinto y rupturista de los órdenes clásicos, cuatro columnas salomónicas con capitel de orden compuesto sostienen un entablamento ondulado, coronado por un dosel, decorado con figuras de ángeles y niños, sobre el que se alzan cuatro volutas que convergen en el globo terráqueo que sostiene una cruz.

José, Joaquín y Alberto de Churriguera fueron una familia de arquitectos barrocos cuyo apellido se en convertido en sinónimo de la multiplicidad de ornatos y descoyuntamiento de los elementos arquitectónicos tradicionales, el término “churrigueresco”, por ejemplo en el Retablo de San Esteban de Salamanca, finales del XVII.

Dícese del tratamiento pictórico de las carnes en la representación de la figura humana, válido por tanto para todos los estilos artísticos a lo jargo de la Historia del Arte. Por carnaciones se entiende las partes desnudas en las figuras pintadas o esculpidas, por oposición a los ropajes.

Técnica que consiste en raspar la capa de color aplicada sobre el dorado de una madera con un instrumento punzante, formando de este modo un diseño o dibujo. Fue muy frecuente en la imaginería española renacentista y barroca para la decoración de ropajes. Ejemplos: La Adoración de los Reyes Magos del Retablo de la Iglesia de Santiago de Valladolid de Alonso de Berruguete, del siglo XVI, o la Inmaculada de Martinez Montañés, del siglo XVII.

Modo de representar una figura que en la realidad estaría dispuesta perpendicular u oblicuamente al plano en que ha sido representada. En realidad, toda perspectiva exige la existencia de un escorzo, pero solo se habla de él cuando es acusado, para referirnos a un cuerpo en posición muy oblicua o perpendicular a nuestro nivel visual. Son muy característicos de algunos pintores del Renacimiento y del Barroco, como por ejemplo en el Cristo yaciente de Andrea Mantegna, del siglo XV, o en La conversión de San Pablo, de Caravaggio, de principios del XVII