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SÁTIRA

HIMNO

ODA

ELEGÍA

MADRIGAL

ÉGLOGA

Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa, érase una nariz sayón y escriba, érase un peje espada muy barbado. Era un reloj de sol mal encarado, una alquitara pensativa, elefante boca arriba, era Ovidio Nasón más narizado.

Tan alta, sí, tan alta en revuelo sin brío la rama el cielo prometido anhela, que ni la luz asalta este espacio sombrío ni su divina soledad desvela. Hasta el pájaro cela al absorto reposo su delgada armonía.

Elegía a una vida trágica El fin se acerca, y no encuentro consuelo a cada paso me acerco más El tiempo ha cobrado su cuota inerme dejando claro su poderío ante mí. Mi vida fue un fracaso simple y trágico No logré más a causa del miedo Pero el miedo no fue a los demás ni al mundo Fue un temor a mí mismo Y que jamás logré entender Hasta llegado el día final.

Por tus ojos verdes yo me perdería, sirena de aquellas que Ulises, sagaz, amaba y temía. Por tus ojos verdes yo me perdería. Por tus ojos verdes en lo que, fugaz, brillar suele, a veces, la melancolía; por tus ojos verdes tan llenos de paz, misteriosos como la esperanza mía; por tus ojos verdes, conjuro eficaz, yo me salvaría.

Punto de cruz Abrigo de hogar de costura alternadas, unas se cuentan con hilo y otras con lana, puntada a puntada, se sella la sarta. Una fila más y otra hacia atrás, nunca se empieza nada sin regresar, aunque toque a veces desarmar.

"Noble leal y valerosa" eres por cédula real y por que así es ciudad gloriosa tu vida heroica y triunfal.