3.
En un segundo momento, los niños comienzan a pensar que hay correspondencia entre la escritura y la oralidad. Por las características del español, les resulta natural inferir que las partes de oralidad son sílabas. A este periodo se le conoce como “silábico”, porque los niños le asignan el valor de una sílaba a cada letra. Sin embargo, a cada sonido le hacen corresponder una letra o grafía cualquiera.