El nacionalismo es una ideología que plantea la preeminencia y unidad de una
comunidad determinada.
Analízala y comenta
El historiador inglés Eric Hobsbawm plantea que,
para el siglo XIX, apareció una entidad política
nueva: el Estado-nación, esto es un territorio
largamente ocupado por un pueblo que
comparte características culturales comunes,
como el idioma, la religión y la tradición; por ello,
se siente con derecho a poseer ese territorio.
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Estado-nación, y el nacionalismo
Hobsbawm plantea que estos
conceptos tienen un origen menos antiguo
del que suponemos: el siglo XIX. Ante la
necesidad de algunos grupos de poder de
consolidarse como países soberanos, emergen
el nacionalismo y los Estados-nación como su
expresión política.
El nacionalismo es una ideología que
plantea la preeminencia y unidad de una
comunidad determinada y que se basa en
el fortalecimiento de la identidad nacional
y en el profundo respeto a los símbolos que
representan a esa identidad.
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Fortalecimiento identitario
El nacionalismo
se traslada a un profundo deseo de que las
fronteras de un país coincidan con las de
las comunidades que, se cree, comparten
rasgos identitarios, y no con las distribuciones
territoriales hechas por las monarquías
europeas como resultado de las guerras o
herencias.
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Aparecen así dos tendencias nacionalistas.
La primera busca la división territorial o
independencia de los grandes imperios;
por ejemplo, Grecia que, desde 1820, quiso
independizarse del Imperio otomano. La
segunda tendencia nacionalista buscaba
la unificación territorial, como pasó con
Alemania e Italia.
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EL NACIONALISMO SIGLO XVIII - XX
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La unificación de Alemania
La historia alemana está marcada por la separación y la reunificación. En la Edad Media fue parte del Imperio carolingio; tras la
muerte de Carlomagno y la división territorial, se conformó el Sacro Imperio Romano
Germánico, que inicialmente incluía a casi
toda Europa central.
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El nacimiento del Estado Moderno
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Políticas nacionalistas
Los Estados desarrollaron políticas educativas y culturales que fomentarán el
amor patrio y el nacionalismo. Los estudios primarios se convirtieron en obligatorios y gratuitos, y se enseñaba en una
sola lengua, la nacional, en desmedro
de las otras lenguas que se hablaban
todavía en algunos países de Europa. La
enseñanza de la historia nacional era
fundamental; se privilegiaba el estudio de los grandes héroes, las batallas y las
victorias militares. Paralelamente emergieron movimientos artísticos que apoyaban el sentimiento nacional. Ejemplo
de ello sería el romanticismo. Dentro de
esta tendencia se incluyeron pintores, músicos y escritores como Lord
Byron, Giusseppe Verdi, Ludwig
van Beethoven y Federico Madrazo, entre otros.
El laicismo propone que las sociedades y sus gobiernos se organicen independientemente de
la confesión religiosa de su pueblo. Representó
una diferencia abismal con los siglos anteriores,
ya que la Iglesia solía ser parte constitutiva del
poder político de cada país y el papa, el referente final en asuntos de política internacional.
Esta nueva forma de concebir el poder político,
ajeno a la religión, se inauguró con la Revolución francesa y se exportó al resto de Europa
con Napoleón. Más adelante, el programa político liberal apoyará la separación de la Iglesia
del Estado al sustentar la libertad de conciencia
de los individuos. Así, poco a poco, las Iglesias
católica y protestante solo ocuparon un lugar
dentro de la vida privada de las personas. Además de esto, en Europa y en gran parte del mundo occidental se experimentaba un lento, pero
constante proceso de secularización. El nuevo
pensamiento científico y social, liderado por el
evolucionismo del naturalista Charles Darwin, el
positivismo del filósofo Augusto Comte, el comunismo planteado por Karl Marx y el psicoanálisis
de Sigmund Freud, cuestionaba muchos de los principios
cristianos y, por ello, cada
vez más personas explicaban su mundo interior, las
relaciones sociales y los fenómenos naturales y
políticos sin tomar
en cuenta la fe.
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Mapa de Europa de 1815
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