Las centrales térmicas convencionales inciden en el medioambiente principalmente de dos maneras: emitiendo residuos a la atmósfera y mediante la transferencia térmica. En el primer caso, la quema de los combustibles fósiles genera unas partículas que van a parar a la atmósfera, pudiendo perjudicar el entorno del planeta. Por eso, este tipo de centrales poseen chimeneas de gran altura que dispersan estas partículas y reducen, localmente, su influencia negativa en el aire. Además, las centrales térmicas convencionales también tienen filtros de partículas que retienen una gran parte de estas, evitando que salgan al exterior.