Binet y Simon idearon atribuir a cada sujeto una edad mental, al margen de su edad cronológica. La edad mental no hacia referencia a los años que tenía la persona, sino a lo que el individuo examinado era capaz de hacer en relación con lo que lograban en una prueba concreta el resto de la población media de una determinada edad cronológica.
Por lo tanto, en este test de inteligencia cuando una persona era capaz de realizar con éxito todas las pruebas correspondientes a una edad dada, ésta se consideraba como su “edad mental base”. Si continuaba superando las siguientes, se le debía ir añadiendo una fracción de año. Cuando fracasaba en todas las pruebas de una determinada edad el test se detenía.