En el colonialismo, la dominación de la población local o indígena ocurre siempre por la imposición de la fuerza, lo cual, a veces, puede acarrear graves consecuencias, como la masacre de la población que se oponga e, incluso, la destrucción del patrimonio cultural de un pueblo o nación.
De esta manera, los territorios coloniales quedan sujetos a un régimen de dependencia política, económica y militar, y no gozan de libertades ni de derecho de autodeterminación.
Sus recursos económicos son explotados indiscriminadamente por la potencia, y la población local se halla sometida militar, política y culturalmente, al punto de que, en ocasiones, incluso le es impuesta otra lengua y otra religión, además de las leyes y las instituciones de la potencia.