El zorro había preparado una deliciosa sopa, pero la sirvió
en dos platos muy llanos. La cigüeña apenas pudo probar
la sopa con la punta de su largo pico. El zorro, entre risas
burlonas, se tomó toda la sopa y al final se lamió y relamió
el plato.
La cigüeña pronto se dio cuenta de la broma de mal gusto
que le estaba jugando el zorro. Sin embargo, disimuló su
enojo. Al despedirse, dio las gracias al zorro dejándole
saber que estaba invitado a almorzar a su casa al día
siguiente.