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El perro que no sabía ladrar.

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El perro que no sabía ladrar.Online version

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by =Itz Only M.S= ❤
1

Diapositiva 1.

Había una vez un perro que no sabía ladrar. Este animal iba por el mundo buscando trabajo como perro guardián. Un día, llegó a una granja donde necesitaban un perro para cuidar el gallinero del ataque de los zorros.
2

Diapositiva 2.

Entonces, la dueña de la granja lo saludó y le dijo: —Amigo perro, me gustaría que ladres un poquito para poder saber qué tan fuerte lo haces. El perro contestó con honestidad: —No sé ladrar. Muy sorprendida, la granjera se rascó la cabeza. Nunca había sabido de un perro que no supiera ladrar. La granjera le explicó que todos los perros ladran. Ladran a los ladrones, a los zorros, a los gatos. Ladran cuando están contentos, cuando están asustados, cuando están enfadados. Ladran de día y también de noche. —Nunca me enseñaron a hacerlo, pero puedo aprender— añadió el perro. La granjera dudó un poco, pero finalmente decidió poner a prueba al perro como guardián. 
3

Diapositiva 3.

Esa misma tarde, el perro se puso a trabajar. Mientras trabajaba, el perro practicó y practicó, pero no logró aprender a ladrar. El gallo del corral vio los esfuerzos del perro por aprender a ladrar, sintió pena y decidió ayudarlo. —Te voy a ayudar, solo tienes que escuchar y repetir lo que hago— le dijo el gallo. Pero en vez de un ladrido, lanzó un sonoro kikirikí. El perro intentó hacer lo mismo y le salió un «keké». El perro volvió a intentarlo una y otra vez. Lo intentaba todos los días. Practicaba a escondidas todo el día, incluso por la noche. 
4

Diapositiva 4.

De pronto, un día consiguió decir un kikirikí tan parecido al del gallo y tan fuerte que un zorro que pasaba cerca lo escuchó. El zorro pensó que un gallo sería su almuerzo perfecto. Entonces, muy despacio, se acercó al lugar de donde provenía el kikirikí. Al ver a un perro en vez de a un gallo, el zorro cayó patas arriba y se rió a carcajadas porque esto le pareció muy gracioso. —Ah, me has hecho creer que eras un gallo— dijo el zorro. El perro, al escucharlo, lanzó fuertes kikirikí que alertaron a la granjera. Ella se acercó rápidamente con una escopeta en la mano. Al verla, el zorro huyó y nunca más volvió. La granjera y el gallo felicitaron al perro que, aunque no sabía ladrar, era un buen perro guardián y tenía una gran habilidad para imitar sonidos de otros animales.
5

Gracias!!

"Un día sin reír es un día perdido."  ---> Charles Chaplin
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